Matías Ernesto "Bicho" Álvarez, un prominente narcotraficante originario de Venado Tuerto, ha sido sentenciado a cadena perpetua, una decisión que formaliza el veredicto emitido el pasado 14 de abril por el Tribunal Oral en lo Criminal Federal n.° 3 de Rosario. Álvarez fue hallado culpable de orquestar una serie de extorsiones y el horrendo asesinato de Érica Ávalos, una joven de 25 años, quien fue brutalmente ultimada con 17 disparos en la ciudad de Firmat en la madrugada del 28 de diciembre de 2022.
El fallo unánime, dictado por los jueces Eugenio Martínez Ferrero, Mario Gambacorta y Osvaldo Facciano, determinó la culpabilidad de Álvarez como autor por determinación de los delitos de extorsión en dos hechos consumados y uno en grado de tentativa, en concurso real con homicidio calificado por ensañamiento y agravado por el uso de arma de fuego. Esta condena se produce a pesar de que Álvarez se encontraba recluido en la Unidad Penal n.° 6 de Rawson, Chubut, a más de 1.300 kilómetros de distancia de donde se perpetraron los crímenes.
La acusación fue liderada por el fiscal general Federico Reynares Solari, titular de la Fiscalía Federal Descentralizada de Venado Tuerto, y el auxiliar fiscal Rodrigo Romero. El juicio, que comenzó el 19 de marzo en los Tribunales Federales de Venado Tuerto, culminó con la lectura de los fundamentos del fallo el 23 de abril.
La historia de Álvarez es un inquietante ejemplo de cómo individuos involucrados en el narcotráfico pueden ascender a la cúspide de organizaciones criminales y ejercer control desde el interior de las cárceles. De sus humildes comienzos como vendedor de drogas a pequeña escala en Venado Tuerto, Álvarez escaló posiciones hasta convertirse en el líder de una sofisticada red criminal con decenas de miembros, alcance regional, métodos mafiosos y conexiones que trascendían los muros de la prisión.
Megabanda
Según la investigación judicial, Álvarez construyó una estructura jerárquica con roles claramente definidos: distribuidores, "soldaditos", sicarios, recolectores de "cuotas" extorsivas y colaboradores encargados del lavado de dinero y la logística. Se estima que Álvarez llegó a comandar a cerca de 50 personas, configurando una "superestructura delictiva" capaz de ejecutar balaceras, extorsiones, amenazas e incluso asesinatos por encargo.
La trayectoria delictiva de Álvarez lo llevó a ser detenido en 2015 y condenado a tres años y medio de prisión por un robo calificado, siendo recluido en la Unidad Penal n.° 6 de Rawson. No obstante, incluso tras las rejas, Álvarez continuó operando. Procesado por tráfico de drogas mientras cumplía su condena, fue trasladado al penal de máxima seguridad de Marcos Paz, en Buenos Aires, en donde también se encuentran detenidos miembros de la banda "Los Monos", lo que generó especulaciones sobre posibles alianzas entre bandas criminales santafesinas.
El acceso ilegal a teléfonos celulares dentro de la prisión permitió a Álvarez mantener la comunicación con su red criminal y coordinar extorsiones y ataques. Lejos de ser una figura decorativa, Álvarez ejercía un control directo sobre sus operaciones, impartiendo órdenes, cobrando "protección" a comerciantes y organizando ataques armados.
La violencia intimidatoria era una característica distintiva del modus operandi de Álvarez. Comerciantes que osaban denunciar la inseguridad en los medios de comunicación o en redes sociales recibían un claro mensaje: "Plata o plomo". La negativa a pagar resultaba en ataques a tiros contra sus negocios.
Las víctimas identificaron a Álvarez sin lugar a dudas. Algunos testimoniaron haber recibido videollamadas desde la cárcel, en las que Álvarez mostraba su rostro y hacía oír su voz con el propósito de infundir temor y asegurar el cumplimiento de sus demandas.