Este miércoles, la sala de audiencias resonó con un palpable sentimiento de justicia cuando el tribunal, integrado por los jueces Aldo Baravalle, Mariana Vidal y Mauricio Clavero, dictaminó una condena de 15 años de prisión efectiva para Pedro Ortiz y Hontoria, el religioso conocido como hermano Pedro. La sentencia, resultado de un juicio exhaustivo y emocionalmente cargado, encontró al exdirector del nivel primario del Colegio Sagrado Corazón de Venado Tuerto culpable de múltiples cargos de abuso sexual contra cuatro alumnas menores de edad. Los hechos, que sacudieron a la comunidad educativa de la ciudad, ocurrieron entre 2018 y 2019, manchando la inocencia de las niñas y dejando una cicatriz imborrable en sus vidas y en la institución.

La decisión del tribunal coincidió en gran medida con la solicitud de la fiscal Florencia Schiappa Pietra y la abogada querellante Ana Regidor, quienes habían exigido una pena de 16 años de prisión, argumentando la contundencia de las pruebas presentadas y la gravedad de los abusos cometidos. El fallo representa un triunfo para las víctimas, quienes valientemente compartieron sus testimonios y enfrentaron el doloroso proceso judicial en busca de justicia. La sentencia también sirve como un claro mensaje de tolerancia cero hacia el abuso infantil y la protección de los menores en entornos escolares y religiosos.

Según se reveló durante el juicio, uno de los casos fue calificado como abuso sexual gravemente ultrajante, doblemente agravado por el severo daño psicológico infligido a la víctima y por la posición de autoridad que ostentaba el hermano Pedro como responsable de su educación. Los otros tres casos fueron tipificados como abuso sexual simple agravado por su rol educativo. La contundencia de las pruebas y los testimonios de las víctimas llevaron al tribunal a desestimar los argumentos de la defensa y a declarar culpable al hermano Pedro de todos los cargos imputados.

El juicio, que se extendió a lo largo de tres semanas, estuvo marcado por la intensidad de los testimonios de las víctimas, quienes relataron con valentía y detalles los horrores que vivieron a manos del hermano Pedro. Los magistrados destacaron la consistencia y coherencia de los relatos, que fueron cruciales para la reconstrucción de los hechos y la determinación de la culpabilidad del acusado. A pesar de haber seguido el proceso de forma remota con autorización judicial, el hermano Pedro fue obligado a comparecer en persona para escuchar la sentencia, un momento cargado de simbolismo y significado para las víctimas y sus familias.

Los abogados defensores, Arsenio Domínguez y José Marchisio, buscaron la absolución del hermano Pedro, argumentando que las pruebas presentadas eran insuficientes para acreditar los hechos denunciados. En su defecto, solicitaron una pena de dos años y medio de prisión condicional. Sin embargo, el tribunal rechazó sus argumentos y validó el relato de las víctimas, resaltando la gravedad del daño causado y el abuso de poder ejercido por el hermano Pedro en un contexto de extrema vulnerabilidad.

Aunque la sentencia aún no es firme y se espera que la defensa presente un recurso de apelación, la fiscalía y la querella han manifestado su intención de solicitar la detención inmediata del condenado, buscando evitar que pueda eludir la justicia durante los próximos pasos procesales. La decisión final sobre la detención del Hermano Pedro recae en el tribunal, quien deberá evaluar los riesgos de fuga y la necesidad de garantizar el cumplimiento de la sentencia.

Este fallo histórico no solo representa un logro para las víctimas y sus familias, sino que también marca un hito judicial en la región. El caso ha generado un profundo impacto en la comunidad educativa de Venado Tuerto y ha reavivado el debate sobre la necesidad de fortalecer los mecanismos de control institucional y la prevención de abusos en entornos escolares religiosos.

 

Testimonios clave

El juicio contra el hermano Pedro se nutrió de testimonios escalofriantes que dejaron al descubierto el modus operandi del abusador y el sufrimiento de sus víctimas. Dos de los casos denunciados ocurrieron en una sala del colegio, donde el hermano Pedro convocaba a las niñas con la excusa de corregir cuadernillos de matemática. Las víctimas relataron que estos encuentros se convertían en oportunidades para que el religioso cometiera los abusos, aprovechándose de su posición de autoridad y la confianza depositada en él por las niñas y sus familias.

Otros dos hechos denunciados ocurrieron durante un viaje escolar a Santa Rosa de Calamuchita, donde las niñas participaban en actividades recreativas en una pileta del hotel. Según los testimonios, el hermano Pedro aprovechaba estos momentos para realizar tocamientos inapropiados a las niñas, aprovechándose de la confusión y la falta de supervisión adecuada.

Los testimonios de las víctimas fueron consistentes y detallados, lo que permitió al tribunal reconstruir los hechos y determinar la responsabilidad del hermano Pedro en los abusos. A pesar del tiempo transcurrido desde los hechos, las víctimas lograron recordar detalles específicos de los abusos, lo que demostró la veracidad de sus relatos y el impacto que tuvieron en sus vidas.

 

Defensa rechazada

Durante el proceso judicial, el hermano Pedro negó rotundamente todas las acusaciones en su contra. Afirmó que nunca llevó a las alumnas a su dirección y que las actividades escolares mencionadas por las denunciantes eran propias del verano y no del ciclo lectivo regular. En cuanto a los episodios ocurridos en la pileta, sostuvo que solo participó en juegos con los estudiantes y negó haber tocado a ninguna de forma inapropiada.

La defensa del hermano Pedro intentó desacreditar los testimonios de las víctimas, argumentando que eran inconsistentes y que no existían pruebas suficientes para demostrar su culpabilidad. Sin embargo, el tribunal consideró que los testimonios de las víctimas eran creíbles y coherentes, y que las pruebas presentadas por la fiscalía y la querella eran suficientes para demostrar la responsabilidad del hermano Pedro en los abusos.

El tribunal también rechazó los argumentos de la defensa sobre la falta de pruebas, señalando que en casos de abuso sexual infantil es común que no existan pruebas físicas o testigos directos. En estos casos, los testimonios de las víctimas son fundamentales para la reconstrucción de los hechos y la determinación de la culpabilidad del acusado.

 

Un fallo ejemplar

La condena de 15 años de prisión al hermano Pedro representa un fallo ejemplar en un caso de abuso escolar. La sentencia envía un mensaje claro a la sociedad de que los abusos contra menores no serán tolerados y que los responsables serán llevados ante la justicia. El caso pone de manifiesto la necesidad de reforzar los mecanismos de protección de niñas, niños y adolescentes en ámbitos escolares, especialmente cuando quienes ocupan cargos de autoridad incumplen gravemente la confianza depositada en ellos.

La sentencia también sirve como un recordatorio de la importancia de denunciar los abusos y de brindar apoyo a las víctimas. El silencio y la impunidad solo perpetúan el ciclo de abuso y permiten que los agresores sigan dañando a otros niños. La valentía de las víctimas del hermano Pedro al denunciar los abusos y enfrentar el proceso judicial ha sido fundamental para lograr justicia y enviar un mensaje de esperanza a otras víctimas de abuso.

El caso del hermano Pedro debe servir como un catalizador para promover cambios culturales y educativos que prioricen la protección de los menores y la prevención del abuso. Es necesario fortalecer la formación de docentes y personal escolar en la detección y prevención de abusos, así como fomentar la participación de los padres y la comunidad en la creación de entornos seguros para los niños. La lucha contra el abuso infantil es una responsabilidad de todos y requiere un compromiso constante y coordinado para proteger a los más vulnerables.

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Laboratorio de Analisis Clínicos

Mario Maestu